Rodríguez Ibarra se quejaba ayer en El País de que la izquierda no se ha movilizado durante los dos últimos años para respaldar a Zapatero en su políticas sociales, de manera que hoy el gobierno del PSOE se ve obligado a doblegarse ante los dictados del mercado.
Olvida el ilustre ex-barón extremeño que el apaciguamiento ideológico y la desmovilización social forman parte fundamental de la estrategia de Zapatero desde que llegó al poder en abril de 2004, impulsado precisamente por las grandes movilizaciones populares contra la reforma laboral de Aznar, la guerra de Irak, la LOU, Nunca Mais y la manipulación de los atentados del 11-M.
Por cierto que esa estrategia de desmovilización social fue interiorizada en buena medida por CC.OO. y UGT, embriagados, como el conjunto de la sociedad, por el aroma letal de la burbuja inmobiliaria. En el caso de CC.OO. algunos de sus máximos dirigentes (ahora felizmente desplazados) incluso proclamaron públicamente que los sindicatos no eran ni de izquierdas ni de derechas.
Una vez instalado en La Moncloa Zapatero decidió conscientemente que la acción institucional era suficiente y que la movilización del pueblo de izquierda era un estorbo para su proyecto de buenrollismo progresista tibio y desvertebrado ideológicamente que encandiló a 11 millones de votantes hartos de los ocho años aznarianos (sobre todo de los cuatro últimos de mayoría absoluta).
No sé de verdad de qué se queja Ibarra, cuyo artículo está aquí y cuyo disparatado corolario sería, creo yo, que si hubiese una huelga general debería ser para .... ¡¡apoyar a Zapatero!!
Cierto. ZP ha seguido fielmente la estela dejada por Felipe Gónzalez, el mayor cáncer para la izquierda española.
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