Y el PP se ha sumado entusiasta al auto de fé, con el apoyo, menos grosero pero muy útil para los propósitos recentralizadores de la derecha, de Alfonso Guerra y José Bono.
Les ha bastado que en determinadas sesiones del Senado, no en todas, se puedan emplear el catalán, vasco o gallego para clamar contra el "dispendio" que supone el coste de la traducción simultánea y la "necedad" de no usar en exclusiva la común lengua castellana, que, ojo, no tiene culpa alguna de tener tan malos defensores.
Lo peor es que este ataque se produce en el contexto de una ofensiva contra el Estado de la Autonomías, que, con todos sus defectos e insuficiencias, es uno de los grandes logros de nuestra democracia, ofensiva ante la cual el PSOE mantiene una actitud más bien ambigua.
Bona tarda, arratsaldeon, boa tarde.
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