domingo, 26 de septiembre de 2010

Las ONGs no pueden sustituir a las organizaciones políticas

En el suplemento "Domingo" de El País de hoy incluyen una amplia recensión del libro "Algo va mal" del historiador británico Tony Judt, fallecido recientemente, obra que tiene muy buena pinta.

Extraigo una interesante reflexión sobre la necesidad de que los ciudadanos en general, y los jóvenes en particular, se impliquen en la política:

"Ante un problema, es más probable que los jóvenes lo afronten y exijan su solución, en vez de resignarse. Pero también tienen más probabilidades que sus mayores de caer en el apoliticismo: como la política está tan degradada, debemos desentendernos de ella. (...)

Por consiguiente, lo primero que se le ocurre a un joven que quiere "comprometerse" es afiliarse a Amnistía Internacional o a Greenpeace, o a Human Rights Watch o a Médicos Sin Fronteras. El impulso moral es irreprochable. Pero las repúblicas y las democracias solo existen en virtud del compromiso de sus ciudadanos en la gestión de los asuntos públicos.

Si los ciudadanos activos o preocupados renuncian a la política, están abandonando su sociedad a sus funcionarios más mediocres y venales. La Cámara de los Comunes británica ofrece actualmente un espectáculo penoso: un reducto de enchufados, subordinados serviles y pelotas profesionales (...)
"

El artículo completo, "El legado de Tony Judt", está disponible pulsando aquí.

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